La elasticidad de la economía – estirando el valor
Es comienzo de mes en Barcelona cuando muchos trabajadores inmigrantes recibirán su pago. Es el momento cuando la diáspora tal como hace José sale de su lugar de residencia, el cual comparte con otras dos personas hacia el locutorio más cercano. Es desde ahí donde envía E100 a su esposa e hijos en su país de origen, Honduras, al mismo tiempo con otros E15 envía directamente una recarga móvil al teléfono de su esposa – para mantener la comunicación con su familia.
Él sabe que el valor real de lo que está enviando es mucho mayor para ellos que para él. Ingresa a la economía elástica – donde el valor es estirado y las remesas, como el dinero y la transferencia de recarga móvil internacional, tienen el potencial de mejorar significativamente la situación económica de una familia y, para muchos, representa su único acceso a los servicios financieros.
“….las remesas tienen un impacto directo en la vida de un billón de personas – de hecho una de cada 7 personas en la tierra.”
José es solo uno de los 258 millones de personas que viven y trabajan fuera de su país de origen, y que apoyan a las familias en su hogar a través de la transferencia de valor. Según la ONU, las remesas tienen un impacto directo en la vida de un billón de personas – de hecho una de cada 7 personas en la tierra. En conjunto, las remesas son tres veces más grandes que la Asistencia Oficial para el Desarrollo y superan la Inversión Extranjera Directa.
La diáspora depende de la capacidad de transferir valor a sus seres queridos para proporcionarles un nivel de vida básico, que a su vez impulsa el crecimiento económico y contribuye al PIB.
Cerrando la brecha
Enviar valor a la familia en casa es parte de la vida de la diáspora, es lo que impulsa su trabajo y salva una brecha de ingresos crucial para sus familias. La transferencia de valor del bolsillo de José al de sus seres queridos aumenta los ingresos de hogares como el suyo en los mercados emergentes, según sugieren algunos estudios entre un 30% y un 100%. Como era de esperar, los hogares en mercados en desarrollo que reciben remesas como estas tienen un nivel más alto de gasto de los consumidores que aquellos que no lo hacen.
Una gran proporción de personas no bancarizadas dependen de la transferencia de dinero y recarga móvil internacional a la familia para mantenerse a sí mismos. De nuestra investigación en curso con la diáspora global en todo el mundo, vemos que las prioridades de cómo se gastan las remesas están cambiando significativamente.
“La importancia de sus seres queridos teniendo acceso a telefonía móvil no es subestimada por la diáspora. Ellos saben que es un cambio de vida para sus familias.”
Nuestro estudio, y muchos otros, muestran que la mayoría (hasta el 80%) de las remesas se utilizan para el consumo, que incluye alimentos, acceso a banda ancha / móvil y electricidad, en ese orden de prioridad. El resto se utiliza para fines de capital / inversión (normalmente terrenos o viviendas).
La importancia de sus seres queridos teniendo acceso a telefonía móvil no es subestimada por la diáspora. Ellos saben que es un cambio de vida para sus familias. El banco mundial ha defendido que los teléfonos móviles están creando oportunidades para la inclusión financiera entre los que anteriormente habían sido privados de sus derechos. Presentar un medio para que las personas más vulnerables compartan el valor creado por sus seres queridos en el extranjero, sin los riesgos y los altos costos de transferencia asociados con muchos canales de remesas internacionales tradicionales.
La percepción lo es todo
Una buena parte de la toma de decisiones sobre cuanto están enviando estos trabajadores migratorios se reduce al valor relativo y percibido para los que están en casa. Los usuarios migrantes de Ding nos dicen que la recarga móvil que compran es más barata para ellos que para el receptor en casa. En realidad, el costo real es bastante similar, mientras que la diferencia de costo relativa se percibe como mucho mayor.
De hecho, en términos similares, el costo de la recarga es un poco más caro para la persona que envía al extranjero, cuando se toman en cuenta las tarifas y las fluctuaciones de tipo de cambio. Sin embargo, los migrantes buscan productos y servicios que, como proporción de sus ingresos, son pequeños, pero como proporción de los ingresos del receptor es grande. Todo se reduce a la extensión percibida en el valor que envían: esta económica elástica es la forma en que evalúan sus gastos.
En términos reales, la investigación de Ding ha demostrado que para un inmigrante que gana un salario promedio en los Estados Unidos, por ejemplo, el costo de 1GB es el 0.6% de sus ingresos. En casa, los miembros de su familia gastarían al menos 3.3% e incluso hasta el 10% de sus ingresos. Ya en 2014, Unicef citó que el 10 – 15% de los ingresos en algunas naciones en desarrollo se gastaba en mantener los teléfonos activos.
La gran diferencia de costo relativo entre el hogar y el extranjero significa que el migrante percibe que el precio que pagan por la banda ancha es más barato que en casa. El dinero se extiende más lejos, para ellos y sus seres queridos.
Racionalización para reducir la desigualdad global
Existe una creciente conciencia de que un desafío para los migrantes que apoyan a las familias en casa, es la necesidad de precios más estandarizados para cosas como la banda ancha y la transferencia de dinero.
“Mejorar el flujo de valor en todas sus formas es clave para estas comunidades.”
Según el Banco Mundial, el costo promedio mundial de enviar $200 fue de 7.1% en el primer trimestre de 2018, más del doble que el objetivo de Desarrollo Sostenible objetivo de 3%. Del mismo modo, para la banda ancha, este problema es particularmente grave en los países de ingresos bajos y medianos, donde 1 GB de datos cuesta entre el 5% y el 10% de lo que las personas ganan en un mes. El objetivo del plan de Desarrollo Sostenible de la Comisión de Banda Ancha de las Naciones Unidas es lo que los servicios de banda ancha a nivel de entrada sean inferiores al 2% del ingreso nacional bruto per cápita mensual.
A pesar de los altos costos, las suscripciones a las redes de banda ancha móvil de alta velocidad continuaran aumentando. Además, los teléfonos móviles continuaran siendo la tecnología preferida para permitir el acceso a Internet, que a su vez proporciona servicios financieros a los no bancarizados.
La regulación positiva, los cambios y las innovaciones en estas áreas son bienvenidos para los trabajadores migrantes de todo el mundo. Desde nuestros inicios, Ding ha sido activo en el apoyo y la habilitación de comunidades migrantes globales para transferir valor micro en forma de recarga móvil entre países. Mejorar el flujo de valor en todas sus formas es clave para estas comunidades.
English translation
The elastic economy – making value stretch
It’s the beginning of the month in Barcelona when many migrant workers will be paid. It’s the time when diaspora such as José makes the short trip from the accommodation he shares with two other men, to his local call shop. While there he sends E100 to his wife and children back in his home country of Honduras, at the same time with another E15 he sends airtime/data top-up directly to her phone – to keep broadband and communication open for the family.
He knows the real value of what he is sending is far greater for them than it is for him. Enter the elastic economy – where value is stretched and remittances, such as money or airtime transfer have the potential to significantly improve a family’s economic situation and for many, provide their only access to financial services.
“…..remittances have a direct impact on the lives of one billion people – one out of seven people on earth in fact.”
José is just one of 258 million people living and working outside of their home country, while supporting family back home via value transfer. According to the UN, remittances have a direct impact on the lives of one billion people – one out of seven people on earth in fact. Added together, remittances are three times greater than official Development Assistance and surpass Foreign Direct Investment.
Diaspora depend on the ability to transfer value to their loved ones to provide them with a basic standard of living, which in turn drives economic growth and contributes to the GDP.
Bridging the gap
Remitting value to family back home is part of the lives of the diaspora, it is what drives their work, and bridges a crucial income gap for their families. Value transfer from José’s pocket to that of his loved ones, boosts the incomes of households like his in emerging markets – some studies suggest by 30% to 100%. Unsurprisingly, households in developing markets which receive remittances such as these have a higher level of consumer expenditure than those that don’t.
A large proportion of unbanked individuals rely on money and airtime transfer from family to support themselves. From our ongoing research with the global diaspora around the world, we see that the priorities for how remittances are spent is changing significantly.
“The importance of their loved ones having access to a mobile phone is not underestimated by the diaspora. They know it is life changing for their families.”
Our study, and multiple others, show that the majority (up to 80%) of remittance is used for consumption – which includes food, access to mobile/broadband, and electricity – in that order of priority. The rest is used for capital/investment purposes (normally land or housing).
The importance of their loved ones having access to a mobile phone is not underestimated by the diaspora. They know it is life changing for their families. The world bank has advocated that mobile phones are creating opportunities for financial inclusion amongst the previously disenfranchised[1]. Presenting a means for the most vulnerable people to share in the value created by their loved ones abroad, without the risks and high transfer costs associated with many traditional international remittance channels.
Perception is everything
A good deal of the decision making around how much these migrant workers are sending comes down to relative and perceived value for those at home. Ding’s migrant users tell us that the mobile top-up they buy is cheaper for them, than it is for the receiver back home. In reality the actual cost is quite similar whilst the relative cost difference is perceived as much larger.
In fact, on a like for like basis the cost of the top-up is slightly more expensive for the person abroad sending – when you factor in fees and FX fluctuations. However, migrants look for products and services which as a proportion of their income is small, but as a proportion of the receiver’s income is large. It is all down to the perceived stretch in the value they send – this elastic economy is how they evaluate their spending.
In real terms, Ding’s research has shown that for a migrant earning an average US wage for example the cost of 1GB is 0.6% of their income. Back home their family member would be spending at least 3.3% and even up to 10% of their income. As far back as 2014, UNICEF cited 10-15% of income in some developing nations was being spent on keeping phones active.
The big relative cost difference between home and abroad means the migrant perceives the price they pay for broadband to be cheaper than back home. The money stretches further – for them and their loved ones.
Streamlining to reduce global inequality
There is growing awareness that one challenge for migrants supporting families back home, is the need for more standardised pricing for things such as broadband and money transfer.
“Improving the flow of value in all its forms is key for these communities.”
According to the World Bank, the global average cost of sending $200 was 7.1% in the first quarter of 2018, more than twice as high as the Sustainable Development Goal target of 3%. Likewise, for broadband, this issue is particularly acute in low- and middle-income countries, where 1GB of data costs over 5% to 10% of what people earn in a month. The target under the UN’s Broadband Commission’s Sustainable Development plan is for entry-level broadband services to be less than 2% of monthly gross national income per capita.
Despite the high costs, subscriptions to high-speed mobile broadband networks will continue to increase. Furthermore, mobile phones will continue to be the preferred technology to allow access to the internet which in turn provides financial services to the unbanked.
Positive regulation, changes and innovations in these areas are welcome for migrant workers around the world. Since our inception, Ding has been active in supporting and enabling global migrant communities to transfer micro value in the form of mobile top-up between countries. Improving the flow of value in all its forms is key for these communities.
[1] https://blogs.worldbank.org/africacan/five-ways-nigeria-can-realize-mobile-technologys-potential-for-the-unbanked